Este proyecto ha sido muy especial para mí.

Es maravilloso e indescriptible cuando alguien deja dar rienda suelta a tu imaginación

sin ningún tipo de duda y con una confianza ciega abrumadora.

Con las únicas pautas de ajustarse al presupuesto acordado y que la estancia

no desentonase con el resto de la vivienda, una de mis mejores amigas me ofreció la posibilidad de hacer suyo un cuartito en la casa familiar.

Ella, buscaba tener un pequeño retiro al que volver ya que por motivos de trabajo reside en el extranjero durante casi todo el año;

Gallega de pies a cabeza llora cada vez que tiene que dejar su "terriña" natal.

Para hacer su sueño realidad tomé como inspiración las antiguas habitaciones de nuestras abuelas, con baúles llenos de ropa de cama y fotos, cómodas de cajones destartalados, armarios para la ropa justa, ventanas vestidas con visillos... estas habitaciones no prentendían ser bonitas, simplemente se buscaba que hiciesen su función,

pero sin quererlo, gozaban de un irresistible encanto.

Con estos conceptos en mano

y rehuyendo de los muebles a juego y la madera barnizada

el resultado final es un acogedor, ecléctico, joven

y con olor a flores frescas recién cortadas. 

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La reforma se llevó a cabo entre los meses de noviembre y diciembre y aunque por el entonces saqué algunas fotos, he vuelto a repetirlas este verano aprovechando la luz

tan bonita que tenemos en esta época del año.

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